viernes, 23 de octubre de 2015

PRIMAVERA

Al tiempo que los días se alargan y se entibian, el dinamismo ligado a esta nueva estación hace naturalmente eco en nosotros. 
En la naturaleza, la energía vital Yang hace ascender la savia. Para nosotros, es la estación del despertar de los sentidos y los deseos…

En el cuerpo humano, el pensamiento chino atribuye el trabajo de elevar a la energía del Hígado, quien será secundado por la Vesícula Biliar. 
El Hígado debe asegurar esta subida de savia energética de una manera a la vez armoniosa y rítmica. 
Cuando lidiamos bien con la llegada de la primavera:
-nos beneficiamos de una organización interior que nos procura una bella confianza en nosotros
-dormimos un sueño reparador
-nuestras ideas son claras y ordenadas, conducidas sobre una estrategia adecuada y evidente
-tenemos la paciencia necesaria para afrontar nuestra vida profesional y personal
-avanzamos en nuestros proyectos con seguridad y calma interior

Por el contrario, la fatiga residual de un invierno demasiado activo, las contrariedades y una alimentación poco energizante contribuyen 
a un impulso primaveral un poco endeble o poco armonioso. Las consecuencias en nuestra vida pueden ser múltiples: 
alternancias de fatiga y excitación, de estrés y de sensaciones de melancolía, de migrañas, de dolor de cabeza, ojos rojos…

Si nuestro Hígado pierde su flexibilidad de base, agrede nuestro sistema digestivo desarrollando síntomas como: bostezos, 
necesidad de estirarnos, dolores abdominales, desórdenes alimentarios en caso de estrés o contrariedades, deseos de azúcar.

Todo esto que bloquea, en el cuerpo tiene la tendencia a calentar. Este calor consume equivocadamente los líquidos orgánicos, 
la sangre, y engendra una sequedad en el cuerpo. La etapa consecutiva a esta sequedad corresponde en Medicina Tradicional China al “viento”. 
El pensamiento chino asimila el viento a las manifestaciones incontrolables del cuerpo: un párpado que tiembla, estremecimientos, 
tics, algunos calambres, los efectos del viento en la naturaleza…

Si admitimos que la única cosa certera en nuestra vida es que debe avanzar y evolucionar a cada instante, deberíamos admitir 
la idea de que la libre circulación al nivel del Hígado es igualmente primordial. 

¿Cómo puedo hacerle bien a mi hígado?
Nuestro hígado ama la tranquilidad y el sabor ácido. El sabor ácido es astringente. Consumido regularmente en pequeñas dosis, 
asegura una protección contra la pérdida de líquidos de nuestro cuerpo. Cuanta más sangre tenga nuestro hígado para almacenar, 
más flexible será –y nosotros con él. 
El movimiento hacia lo bajo de este sabor, contrabalancea el riesgo de la subida brusca de la energía del Hígado y la Vesícula Biliar. 
La subida brusca de la energía del Hígado es sinónimo de la pérdida brusca de nuestra calma, lo habrán comprendido…

Nuestro Hígado ama el color verde, como la primavera ama el color verde de la naturaleza. El color verde, que encontraremos 
naturalmente en las verduras verdes de la estación, aseguran la nutrición del Hígado y la Vesícula Biliar. Debemos recordar que la consistencia 
fibrosa y crocante de una verdura verde apenas cocida o a veces directamente cruda, ayuda a poner en movimiento nuestra energía. 
Masticar lentamente y por largo tiempo. Masticar las verduras crocantes y escuchar el sonido que hacen…  

La mayoría de los alimentos de sabor ácido son de naturaleza fría o fresca. Conviene consumirlos en pequeñas cantidades, 
de modo de que se encarguen de armonizar y de dar un impulso al Hígado y la Vesícula Biliar sin comprometer el pequeño Yang que comienza su ascenso.