jueves, 21 de febrero de 2013


VERANO
LA ESTACIÓN DEL FUEGO

El verano es la estación del elemento fuego. En esta época del año la naturaleza está en la culminación de su desarrollo: llega a su plena madurez y la vegetación es muy frondosa. 
El clima del verano, aunque siempre aparece bajo la influencia del calor, presenta dos aspectos: el calor y el calor tórrido. A este último es al que verdaderamente llamamos fuego. Es un calor con dos rostros: madura el trigo, pero también provoca incendios en el bosque. El calor del verano es parecido al de los volcanes, lugares telúricos poderosos que transmiten el poder iniciador el fuego. En su seno se junta el Fuego del Cielo con el Fuego de la Tierra. 

Los tres meses de verano representan la plenitud de la naturaleza: la creación está en la cima de su belleza. Las personas salen, se exteriorizan, van a fiestas, bailan... En verano, el cuerpo está exultante: un baño de sol perfecto, ni demasiado largo ni muy caliente, da una idea del goce que el cuerpo puede sentir en este período del año. Se recarga como una pila, se "baña" en la alegría de vivir. El verano nos invita a recostarnos tarde porque los días son más largos y a despertarnos temprano porque noches son más cortas. Nuestra 
actividad se acelera, es desbordante.

Conseguimos hacer frente a este aumento de actividad porque los meridianos rebosan de energía durante el verano. Naturalmente, buscamos el sol porque nos pone de buen humor y nos abre para que la energía interna del cuerpo pueda exteriorizarse libremente.

En  "Medicina China. Una guía para tu bienestar",
de Yves Réquéna y Marie Borrel.

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