miércoles, 10 de junio de 2015

El frescor del OTOÑO invita al recogimiento. Después del período alegre de las cosechas, hay que afrontar la dureza del invierno y el recogimiento de una vida que se vuelve sedentaria y mucho menos activa. Como lo expresa el trigrama del Cielo, el otoño es propicio al juicio, al combate entre la luz y la oscuridad. Psicológicamente, nos preparamos para mirar de frente la parte más oscura de nosotros mismos, la cara escondida de nuestra personalidad, la que emerge cuando nos ...encontramos cara a cara con nosotros mismos. Este trabajo nos permite aceptar mejor la parte de sombra que se presenta en cada uno de nuestros semblantes. Después del apogeo de la energía Yang en nuestro cuerpo, nos vienen ganas de limitar nuestras actividades, de acostarnos más temprano.
Sentimos en la atmósfera un ambiente nostálgico, los clamores del verano se han acallado. La nueva sequedad de la naturaleza contrasta con la magnificencia estival. El humor se torna suavemente hacia la melancolía.
En el Su Wen, podemos leer: “Los tres meses del otoño evocan una antesala. Como las gallinas, nos acostamos temprano y nos levantamos temprano. Uno se vuelve de un humor sedentario para paliar los rigores del otoño. Nos abstenemos de pensamientos irracionales a fin de que el soplo del pulmón permaneza puro. El Tao que corresponde a este período es el cuidado de la cosecha.”
El elemento Metal, la dirección oeste, el otoño, se arraigan en el cuerpo en un órgano específico: el pulmón. La víscera que está relacionada con él es el intestino grueso. Las dos vísceras dirigen la fisiología del olfato y de su órgano sensorial, la nariz, y también el funcionamiento de la piel.
Así, cuando la energía del pulmón está desequilibrada, se manifiesta a menudo por medio de síntomas cutáneos. Según el Nei Jing Su Wen, los desequilibrios del pulmón también se manifiestan con la expectoración, la tos, las señales de desecación, el llanto. La emoción del Metal es la tristeza.
En Medicina China. Una guía para tu bienestar.
De Yves Réquéna y Marie Borrel
 
 
 
 
 

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