VERANO
“Cuando el amo es lúcido, los servidores están en calma.
Cuando el amo no es lúcido, los doce órganos están en peligro.”
El verano es el momento más yang del año. El apogeo. El sur. Reino del sol. Las frutas del verano, como las cerezas, están maduras, hace calor, la naturaleza está en plena expansión.
En la vida del ser humano, es el momento en que recogen los “frutos” del trabajo. La madurez. El momento del brillo, la distinción, el discernimiento. La plenitud.
En el plano de las emociones, la alegría ilustra el “Fuego armonioso”. El resplandor particular de la alegría de reir. El Fuego irradia, enciende, apasiona, calienta. El aspecto psicológico del Corazón se llama “Shen”. Una persona con una energía del Fuego armoniosa irradia también. Goza de la expansión de su energía vital. Su Shen está enraizado, no se enciende en llamas hacia lo alto. Este Shen representa la “inteligencia del Corazón” que se manifiesta por un espíritu claro y por una comprensión de la profundidad propia de la vida. El Shen aclara el camino hacia adelante y agudiza el discernimiento justo. El esplendor franquea los obstáculos y se impone.
En nuestro cuerpo, el Corazón representa el Fuego y ejerce el cargo de Emperador. Como un soberano que domina la inteligencia del conjunto del cuerpo, rige la sangre y los trayectos de la Energía. La Energía del Corazón propulsa en efecto la sangre a través de los vasos asegurando el transporte de sustancias nutritivas. Es quien propaga el Fuego y la vida. Es quien nos da el gusto de vivir. Bajo la influencia del Corazón, las sustancias sutiles de los alimentos se transforman en sangre y toman el color rojo del Fuego.
Su expresión se encuentra entonces naturalmente a nivel de la lengua. Ella es denominada el “brote del Corazón”. Ella nos da el sabor de los alimentos y de la vida.
El tiempo constituye un aspecto importante del elemento Fuego. Cuando el tiempo, o la falta de tiempo, deviene primordial, el emperador de los Órganos, el Corazón, sufre. Cuando el emperador está “en su elemento”, la autoridad se impone naturalmente. El Fuego es el líder que muestra el camino.
El organismo todo tiene la necesidad de una dirección centralizada por el Corazón. El Corazón ejerce un control sobre las actividades vitales del organismo. Y también sobre el espíritu. El Shen armonioso se ve en la tez, se encauza en la mirada, en la intuición, el entusiasmo, la compasión, la pasión y, ya que hablamos del Corazón, en los sentimientos amorosos.
Cuando las funciones del Corazón son normales, la pulsación cardíaca es regular, el pulso vigoroso, la tez de la cara rosada y lustrosa. Los poros de la piel de abren y regulan la temperatura por la transpiración.
La lengua realiza la distinción de los sabores.
Por el contrario, el deseo de tener más, la tendencia a reir exageradamente, la búsqueda de diversión y distracción permanente expresan un desequilibrio. La influencia del mundo exterior se vuelve desmesurada. El emperador, el Corazón, no está centrado y pierde el control de su territorio. Se producen perturbaciones, excitación mental, insomnio, abatimiento y apatía.
Un desajuste del Corazón lleva a una perturbación de las actividades funcionales de los otros sistemas orgánicos. Como afirma el dicho, “cuando el amo está lúcido, los servidores están en calma, cuando el amo no está lúcido, los doce órganos están en peligro”. Nuestras actividades mentales, nuestra armonía psíquica, nuestra visión del mundo exterior y nuestra manera de reaccionar dependen estrictamente de nuestra alimentación.
Todo deseo es expresión del Corazón. Deseos equilibrados, mesurados representan la armonía de la energía del soberano.
Una buena alimentación produce la dicha del Corazón.
El calor de la estación requiere un equilibrio entre alimentos de estación de naturaleza fría o fresca. Es el momento del año en donde la cocción es extremadamente corta. Las ensaladas pueden repetirse en la mesa en cantidad mesurada. Durante el verano, la alimentación debe hidratar el organismo, y no enfriarlo. Las bebidas frías, los helados, los cubitos de hielo enfrían el fuego digestivo y ralentan la digestión. Nuestro organismo debe proporcionar una energía suplementaria para recalentar el cuenco digestivo y digerir todo ese frío. Debemos saber degustarlos con moderación. La calidad más que la cantidad.
Durante esta estación, el sabor privilegiado es el sabor amargo, quien ayuda a dirigir el calor hacia abajo. Como el órgano emperador le teme al calor en exceso, es conveniente eliminarlo por vías naturales. El sabor amargo protege al Corazón.
Como el Fuego controla el Metal, es aconsejable prestar atención también a los Pulmones durante el verano. Sequedad y calor los vuelven defectuosos. Un buen equilibrio entre alimentos refrescantes, fríos y picantes contribuye a una circulación fluida y abre los poros para favorecer la transpiración. Las especias son igualmente recomendadas en verano ya que favorecen una buena digestión y una autoregulación del cuerpo.
El elemento Fuego nos da nuestro brillo individual. Nuestro Corazón hace de nosotrxs individuxs únicxs.
Es con un Corazón colmado de dicha que les invito a degustar los sabores de esta estación alegre. Cuando el Corazón está bien nutrido, la energía se relaja y circula. Como dice Saint-Exupéry, “no vemos bien sino con el Corazón, lo esencial es invisible a los ojos”.
Extraìdo de "El pequeño vientre feliz", de Isabella M. Obrist
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